Hoy en día se da más o menos por hecho que las soluciones de micromovilidad, como los patinetes eléctricos, forman parte de una gran revolución del transporte.
“Entre los numerosos hitos tecnológicos [recientes]”, informó Government Technology, “uno de ellos sin duda fue que... los patinetes eléctricos se convirtieron en un elemento fijo en muchas de las principales ciudades de los Estados Unidos”.
Su adopción ha crecido rápidamente, con un crecimiento de usuarios de patinetes eléctricos que supera los índices de adopción correspondientes al primer año de otros servicios de movilidad similares, como el uso compartido de bicicletas, coches, y aplicaciones de transporte”. Ha sido una revolución con algunos “efectos secundarios”, y puede que se desarrolle aún más por la pandemia a medida que más viajeros elijan opciones de transporte que les permita el distanciamiento social.
En los últimos dos años, las principales ciudades de los Estados Unidos, y por todo el mundo, acogieron programas piloto para estrenar flotas de patinetes compartidos en las calles de las ciudades, introduciendo los patinetes eléctricos a aquellas personas que aún no habían tenido la oportunidad de conducirlos. Estos programas llegaron en un ambiente muy distinto al de la explosión de los patinetes sin estaciones para aparcar años atrás. En ese entonces la respuesta del público y de los medios de comunicación fue mayormente negativa y los patinetes fueron rotundamente odiados, tirados en montones y quemados, y sometidos a una prohibición tras otra mientras los funcionarios municipales trataban de averiguar qué hacer con los nuevos vehículos. Aunque siguen existiendo algunas prohibiciones, en general, los usuarios de las ciudades se han acostumbrado a los patinetes eléctricos, y lo han hecho en cifras abrumadoras.
Además, el consenso general coincide con urbanistas como Richard Florida, de la Universidad de Toronto, quien culpa a las “ciudades que siguen organizándose principalmente en torno al coche” por la mayoría de las lesiones relacionadas con los patinetes. Como dice Jessica Cicchino, vicepresidenta de investigación del Instituto de Seguros para la Seguridad en las Carreteras (IIHS por sus siglas en inglés), “es un nuevo mundo de diferentes tipos de movilidad”. Un mundo celebrado por los conductores de patinetes eléctricos y al que las ciudades se están adaptando con iniciativas de calles lentas y la proliferación de carriles bici. Los usuarios han adoptado los patinetes eléctricos como algo más que un vehículo compartido ocasional, sino también como su principal medio de transporte personal.
Los encuestados del estudio posterior al programa de Baltimore citaron “Más Patinetes” y más “Sitios Seguros para Circular” como áreas en las que la ciudad podría mejorar. El estudio de Baltimore concluyó que “los patinetes no son más peligrosos que otros medios de transporte”. De hecho, el uso de los patinetes eléctricos “conlleva un riesgo menor de lesiones que los desplazamientos a pie y solo ligeramente más que el ciclismo” en un año promedio. Estas cifras coinciden con lo que otras ciudades han encontrado en sus primeros análisis.
A pesar de que los patinetes son cada vez más comunes en las calles de la ciudad, las empresas que alquilan patinetes, como Bird y Lime, siguen teniendo dificultades para distribuir eficazmente sus escasos patinetes por la ciudad, y la gente está descubriendo que ser dueño de su propio patinete eléctrico de alta calidad resuelve ese problema de escasez. Los propietarios del Model One de Unagi, por ejemplo, nunca tienen que buscar un viaje disponible.
Uno de los datos más interesantes de una encuesta realizada en la ciudad de Milwaukee es la evolución del apoyo a los desplazamientos en patinete después de que los participantes en el estudio tuvieran la oportunidad de conducirlos. Menos del 50% de los encuestados que aún no habían conducido un patinete eléctrico apoyaban su uso. Después de un viaje, esa cifra subió al 68%, y después de dos o más, saltó al 89.5%.
Asimismo, el 11.6% de la opinión general de los encuestados sobre los patinetes sin aparcamiento fue “muy favorable”, esta cifra subió a 80% después de dos o más viajes.
Sin importar cómo se sienten las personas inicialmente frente a los patinetes eléctricos, una vez se suben en ellos, tienden a enamorarse.
Las encuestas realizadas durante un programa piloto en Austin, Texas, revelaron que el 60% de los encuestados los utilizaban para sus desplazamientos diarios, y muchos también los usaban para la recreación o el entretenimiento. La mayoría de los encuestados coincidieron en que los patinetes hacen que “sea más fácil y más rápido llegar a donde necesita ir la gente”. También coincidieron en que la ciudad necesita más infraestructuras para acomodar a los micro vehículos de movilidad, otra señal de que esta forma de transporte ha llegado para quedarse.
Los viajeros encuestados en Denver en gran medida aprobaron los patinetes eléctricos, ya que el 55% de los encuestados dijeron que les “encantaba” o “gustaba” el patinete. Las preocupaciones más citadas fueron la disponibilidad de los patinetes y la falta de lugares designados para circular, como los carriles bici, y senderos y caminos pavimentados. Los encuestados durante un programa piloto en San Francisco sintieron que la ciudad debía hacer más para ampliar la infraestructura para bicicletas y patinetes. El sentimiento general de los ciclistas de todo el país es que los patinetes están a la altura de las circunstancias, que merece la pena no solo alquilarlos, sino también tenerlos, y que la infraestructura urbana tiene que ponerse al día con una revolución que ya está en marcha. Este consenso prácticamente unánime ha dado paso a una aceleración de los planes gubernamentales para construir vías urbanas para las personas en lugar de los coches.
En general, lo que estos programas piloto han constatado es que cuando las ciudades apoyan a los patinetes y los hacen accesibles y más seguros de conducir, el público en buena parte también los apoya.
Y lo que es más importante, se ha comprobado que los usuarios no solo adoran los patinetes, sino que los utilizan en lugar de otros medios de transporte (o en combinación con el transporte público ecológico) para sus desplazamientos diarios y más recreativos. Cada vez más personas descubren que los patinetes eléctricos satisfacen la necesidad de realizar viajes cortos mejor que casi cualquier otra opción de transporte, y que los problemas del uso compartido, como la escasez, el vandalismo, y el peligroso desorden de las aceras, pueden resolverse con patinetes eléctricos personales como el Unagi.